Aves migratorias en California. © Jassen Todorov

Perspectivas

Diez pasos para un acuerdo transformador para la naturaleza

La Próxima Cumbre de Biodiversidad de la ONU, supone una oportunidad para reiniciar nuestra relación con la naturaleza.

La Tierra es vasta, pero también es finita. Conforme el desarrollo humano se ha expandido para satisfacer las necesidades de una población en crecimiento, se ha perdido o degradado una porción demasiado grande de la naturaleza. Esta degradación es uno de los principales motores del cambio climático y de la pérdida de especies, y ambas crisis suponen serias amenazas para la gente.

Los científicos hablan de mortíferos puntos de inflexión, y las recientes imágenes de incendios arrasadores, especies heridas y evacuaciones urgentes en Australia nos dejan la impresión de que el delicado equilibrio de la naturaleza puede salirse de control en un lapso de tiempo relativamente corto. Necesitamos con urgencia reiniciar y revertir estas tendencias, pero hacerlo requerirá de una amplia colaboración y grandes inversiones. El trabajo es demasiado grande como para que sea cosa sólo de los ambientalistas.

En este contexto, representantes de gobiernos de todo el mundo se reunirán en la Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica (CDB) a principios del 2021. Se trata de un momento clave para que los países que son parte de la CDB refresquen y redoblen sus compromisos compartidos con la naturaleza. Sin embargo, para ser verdaderamente transformadores, estos compromisos deben involucrar a actores clave de los sectores financiero, de planificación, de transportes, energético y agrícola, gente que tenga la fuerza política y económica para lograr cambios transformadores que entretejan la conservación de la naturaleza en nuestros sistemas económico y político.

Con miras a esta cumbre tan importante, aquí presentamos las diez recomendaciones clave de The Nature Conservancy para la CDB, para crear un nuevo acuerdo por la naturaleza. ¿Desafiante? Sí. ¿Posible? Tiene que serlo.

1. Proteger lo mejor: Conservar los sitios silvestres que nos quedan

The Nature Conservancy (TNC) apoya un nuevo acuerdo para la naturaleza con un llamado a que el 30 por ciento de los mares, tierras y aguas sean manejados como ecosistemas naturales intactos y plenamente funcionales. Hasta el momento, estamos en torno al 17 por ciento -una meta acordada previamente, pero gran parte de esta protección recae en áreas como los desiertos o las cimas heladas de las montañas, que albergan menos biodiversidad y que desde un comienzo eran objetivos de desarrollo poco probables. desde un comienzo. Deben establecerse nuevas medidas protectoras en áreas identificadas científicamente como zonas con un alto valor para la conservación y que representen la biodiversidad del planeta. 

No basta con trazar líneas en un mapa. Debemos mejorar el diseño, gestión, financiamiento y conectividad de estas áreas críticas de las que todos dependemos.

 

2.  Mejorar lo demás: Restaurar los hábitats perdidos y reducir nuestro impacto

Los científicos hoy consideran que la humanidad ya ha dejado una marca significativa en aproximadamente la mitad de las tierras del planeta más allá de las regiones polares, además de la mayor parte de nuestro océano global. En estos lugares, debemos mejorar la cantidad, calidad y resiliencia de los ecosistemas parcialmente modificados -donde tenemos, por ejemplo, bosques urbanizados o deforestados- para mantener la biodiversidad del planeta y los servicios tan importantes que nos ofrece. En esencia, esto significa proteger a la naturaleza fuera de las áreas silvestres, como en las ciudades o en los terrenos de cultivo. Reducir nuestro impacto en estas áreas es quizá la mayor tarea de todas, pues representan la mayor parte de la superficie de la Tierra, aquélla en la que nos apoyamos para obtener comida, techo, energía y satisfacer otras necesidades.

Claro, todavía tendremos que producir más alimentos y construir más infraestructura conforme aumente la población del mundo, pero un nuevo acuerdo para la naturaleza requiere que lo hagamos con inteligencia y en forma sostenible.

Atardecer sobre un cultivo.
GESTIONANDO EL MEDIO Necesitamos proteger la naturaleza fuera de las áreas silvestres para mantener la biodiversidad de la Tierra y los servicios críticos que nos ofrece. © Krasten Wurth

3. Sembrar para el futuro: Promover la la producción sostenible de alimentos

Éste es uno de los pasos más importantes que podemos dar. Tratándose de las crisis del clima y de la biodiversidad, el sector agropecuario es tanto parte del problema como parte de la solución. Los mejores enfoques para la agricultura moderna trabajan con la naturaleza y promueven una relación recíprocamente beneficiosa entre los alimentos que producimos y los procesos ecológicos que lo permiten, como la regeneración de los suelos y la recarga de acuíferos. Con todo, la deforestación, las malas prácticas agropecuarias y otros usos del suelo han llevado a una degradación moderada o alta del 40 por ciento de las tierras dentro de las cuencas hidrográficas de  uso urbano en el mundo -una estadística preocupante, tomando en cuenta que se calcula que la demanda de alimentos aumentará hasta en un 70 por ciento para 2050.

Un nuevo trato para la naturaleza implica que canalicemos la producción agrícola hacia tierras que ya estén desmontadas o degradadas y que ganemos en productividad a través de prácticas agrícolas regenerativas y restauradoras. Esto incluye adoptar prácticas que mejoren la salud de los suelos y la calidad del agua, limitando el exceso de agroquímicos para control de plagas y de nutrientes, y diversificando nuestros paisajes productivos. Esto implica también emplear prácticas como la labranza de conservación, cultivos intercalados y rotaciones de cultivos, limitando el tamaño de las parcelas, usando cercos vivos, estableciendo infraestructura silvopastoril, incorporando el manejo de precisión de los nutrientes y conservando los hábitats naturales y seminaturales. Estas prácticas no solamente aumentan la productividad, sino que también mejoran el potencial de los terrenos como sumideros de carbono y como hábitat para la vida silvestre. 

También debemos echar un vistazo honesto a los subsidios agrícolas de hoy en día y al impacto que tienen en la naturaleza. Según un reporte de la Coalición para la Alimentación y el Uso de la Tierra, el público aporta más de $1 millón de dólares por minuto en subsidios agrícolas globales. Si bien estos subsidios se otorgan con la noble intención de mejorar la seguridad alimentaria y sostener los medios de vida, muchas de las prácticas que financian y la escala a la que lo hacen están impulsando el cambio climático y la desaparición de la vida silvestre. Es un reto complejo, pero los subsidios agrícolas no tienen por qué ser destructivos -también pueden ser redirigidos para apoyar prácticas agrícolas amigables con la biodiversidad, como la agroecología o el uso sostenible de agua y las prácticas del suelo.. 

Al dar a las compañías un incentivo para demostrar que no están convirtiendo hábitats ni usando los recursos en forma ineficiente, podemos lograr grandes ganancias para la naturaleza.

 

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4. Cómo construimos y qué usamos: Asegurar ganancias netas, no pérdidas netas, para la naturaleza

Los países en desarrollo necesitan infraestructura, y la producción económica global muy probablemente se duplicará en las próximas dos décadas. Se espera que se inviertan billones de dólares en nuevos proyectos de energía, minería e infraestructura en todo el mundo -proyectos que, si se ubican en malos lugares, podrían ser perjudiciales para  la naturaleza y las personas.  

Sin embargo, hay un camino más inteligente para avanzar, y todo empieza por una mejor planificación. El nuevo desarrollo puede ubicarse y construirse de forma que se minimicen los impactos sobre la naturaleza, como construyendo en tierras ya degradadas siempre que sea posible. Donde la infraestructura dañe a la naturaleza, debemos compensar ese impacto con apoyos para la “economía restaurativa”, y compensar también el daño haciendo una inversión comparable o incluso mayor en la conservación de otras tierras, contrubuyendo a una ganancia neta en biodiversidad

Evitar los hábitats críticos, minimizar los impactos ahí donde sí se construya y compensar a la naturaleza por los impactos residuales a través de la conservación y la restauración deben ser parte de un nuevo acuerdo para la naturaleza.

An aerial view of an exchange in Shanghai.
DESARROLLO INTELIGENTE El nuevo desarrollo puede ubicarse y construirse de forma que se minimicen los impactos en la naturaleza, construyendo en terrenos ya degradados siempre que sea posible. Aumentar el financiamiento para el manejo y la defensa de la biodiversidad urbana y de la vida silvestre podría ayudar a proteger. © Denys Nevozhai

5. Nuestro futuro urbano: Planear las ciudades para este siglo y más allá.

Se espera que cerca del 70 por ciento de la población del mundo viva en áreas urbanas en 2050, y las ciudades están creciendo para dar cabida a los recién llegados y eso puede poner presión en los ecosistemas naturales. Algunos gobiernos municipales ya están integrando la protección de la biodiversidad en sus planes de desarrollo a futuro, pero un nuevo acuerdo para la naturaleza debería establecer incentivos nacionales para las soluciones basadas en la naturaleza en las áreas urbanas, como la inversión en la protección de humedales para la mitigación natural de inundaciones, la mejora en el manejo de aguas torrenciales y la calidad del aire, que protegen a la biodiversidad y mejoran la vida de los residentes. Aumentar el financiamiento para el manejo y la defensa de la biodiversidad urbana y de la vida silvestre también ayudaría a proteger la naturaleza en estas áreas se suelen ser ignoradas. 

Por el bien de la naturaleza y de los habitantes urbanos, cuyas comunidades y salud individual se beneficiarían enormemente de los espacios verdes, un nuevo acuerdo para la naturaleza debe considerar también a los paisajes urbanos. 

 

6. La naturaleza es agua: Restaurar los ríos

En muchos lugares, la escasez de agua dulce es una de las amenazas más graves tanto para la naturaleza como para las personas. Debemos integrar enfoques basados en la naturaleza para la gestión del saneamiento y  aguas residuales y aguas pluviales en cualquier nuevo acuerdo para la naturaleza. Proteger y restaurar las funciones ecológicas de las cuencas hidrológicas no solamente beneficia a la naturaleza, sino que también ofrece acceso a agua potable.

Sin embargo, tenemos que ir más allá de las cuencas hidrográficas y planificar a otra escala para los sistemas riparios también. Esto implica remover las represas y hacer la transición hacia renovables de bajo impacto, como la energía eólica o la solar, para mejorar la función ecológica de los ríos a escala de cuenca. 

Cuando restauramos la salud y la conectividad de los sistemas riparios, las personas y la naturaleza se benefician.

 

PLANIFICAEACIÓN A ESCALA DE CUENCA. Proteger y restaurar las funciones ecológicas en las cuencas no solamente beneficia a la naturaleza, sino que también ofrece acceso a agua potable. © Patrick McDonald//TNC Photo Contest 2019

7. Forjar el futuro de los bosques

Los bosques primarios y los manglares son almacenes naturales de carbono especialmente poderosos, además de un hábitat precioso para la vida silvestre. Sin embargo, la rápida deforestación, la fragmentación de hábitats y la llegada de especies invasoras de otros hábitats siguen amenazando estos ecosistemas tan importantes. Especialmente en los trópicos -ricos en biodiversidad- debemos luchar por la deforestación cero, por reforestar a gran escala y exigir que el cien por ciento de la producción forestal venga de bosques manejados en forma sostenible. También podemos ayudar a los bosques y a las personas a prosperar incrementando el acceso a fuentes de energía sostenible, lo que reduciría la demanda de leña. 

Cientos de compañías se han comprometido a eliminar la deforestación de su cadena de suministro, pero hace falta más acción para frenar el cambio climático y proteger a la vida silvestre.

8. Acción oceánica: Proteger, gestionar, sostener

El océano nos da vida: aporta la mitad del oxígeno que respiramos y ha absorbido un cuarto de nuestras emisiones de carbono hasta la fecha, junto con el 90 por ciento del exceso de calor atrapado por esas emisiones. También pone comida en miles de millones de platos y es hogar para entre el 50 y el 80 por ciento de todas las especies que habitan el planeta. 

Sin embargo, estos servicios que ofrece el océano se han conseguido a un alto costo. Para preservar y restaurar ecosistemas marinos saludables debemos crear áreas protegidas tanto a lo largo de la costa como en alta mar, refugios en los que la naturaleza pueda regenerarse y fortalecerse contra el cambio climático y otras amenazas, como la pesca industrial. Sin embargo, un nuevo acuerdo para la naturaleza debería no solamente crear más áreas protegidas, sino también hacer valer medidas que eliminen la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada ; reformar los subsidios contraproducentes, e incentivar la infraestructura natural para la restauración costera. 

En el océano, como en la tierra, debemos proteger los hábitats silvestres y manejar en forma más sostenible estas áreas y los recursos que extraemos de el

 

LA REVOLUCIÓN AZUL Para preservar y restaurar los ecosistemas marinos saludables, debemos crear áreas protegidas a lo largo de las costas y en alta mar, refugios en los que la naturaleza pueda regenerarse y fortalecerse contra el cambio climático y otras amenazas, como la pesca industrial.

9. Finanzas para el futuro

El riesgo de la inacción en materia climática y ante la pérdida de la naturaleza está bien documentado. Lo que está menos claro es cómo movilizamos el dinero y las instituciones necesarias para rectificar y corregir el rumbo. Para echar luz sobre cómo financiar una transformación para la naturaleza, el Paulson Institute, TNC y la Universidad de Cornell ofrecerán una hoja de ruta de políticas, mecanismos e incentivos para cerrar la brecha financiera del mundo en conservación de la biodiversidad. Este informe mostrará cómo podemos generar los recursos y la voluntad política necesarios para proteger y conservar la naturaleza, y cómo reducir la necesidad de financiamiento para la conservación al prevenir desde un inicio la degradación ambiental. 

En una economía global que superaba los $80 billones de dólares en 2017, los pocos miles de millones que hacen falta para asegurar un planeta saludable es un precio relativamente pequeño a pagar.

 

10. El mundo natural busca líderes

Si la naturaleza fuera un país, ¿quién podría liderarlo? ¿Quién está reuniendo a las tropas, estableciendo estándares, haciendo cambios audaces en la regulación, grabando lo malo, recompensando lo bueno y cambiando nuestra relación con el mundo natural? Un nuevo acuerdo para la naturaleza requiere de campeones audaces y visionarios que puedan dar la vuelta al statu quo y hacer progresos en el corto plazo, pero también cambiar nuestra trayectoria de largo plazo para hacerla más sostenible. 

Nueva Zelanda ha creado un presupuesto para el bienestar que incorpora la creación de una economía baja en carbono y que también dio entidad legal a un paisaje y a un río. Algunas de las mayores economías, incluyendo al Reino Unido, han sido líderes en cambio climático al comprometerse a ser neutrales en carbono para 2050. También hemos visto líderes corporativos en capitanes de la industria como Danone o Unilever

Hace falta más: hacen falta más individuos, empresas y gobiernos comprometidos a tomar acción a una escala que el mundo no ha visto aún, y que nunca ha necesitado más.

 

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