De los suelos, los árboles, la fauna dependen el ciclo del agua, la polinización de los cultivos, los nutrientes que todos necesitamos. The Nature Conservancy y sus aliados, por eso, buscan restaurar el medio ambiente salvadoreño para relanzar la economía del país.
El Salvador ha perdido prácticamente todos los bosques y selvas que alguna vez cubrieron sus laderas y serranías. Eso, por suerte, está empezando a revertirse, gracias a los esfuerzos coordinados de gobierno, sociedad civil, productores e iniciativa privada, y al programa ResCA (Centroamérica Resiliente), que ha ofrecido insumos, experiencias y capacidades para hacer realidad esa urgente restauración del paisaje.
Esta restauración no sólo no implica sacrificar la economía del país o los medios de vida de las comunidades locales, sino que, al contrario, les da una base más sólida y contribuye a recuperar su productividad. En las tierras del café, por ejemplo, la siembra de árboles de sombra permite que, al mismo tiempo que se recupera el hábitat para las aves y se prepara el terreno para recuperar las selvas, los cafetales se hacen menos dependientes de los insumos y agroquímicos. En los campos agrícolas, la aplicación de prácticas de conservación permite recuperar la fertilidad de los suelos usando menos agua y abriendo espacios para la convivencia con la biodiversidad.
Las posibilidades de detonar estos círculos virtuosos, sin embargo, se ven seriamente afectadas por la conversión de cafetales en tierras de cultivo de productos no forestales, por el abandono del campo y por la falta de mercados que privilegien los productos obtenidos en forma sustentable. Para evitar que esto ocurra, el programa ResCA trabaja impulsando políticas públicas que faciliten la adopción de las prácticas amigables con la biodiversidad que se han detectado, y construye cadenas de valor que sirvan para que el mercado dé un fuerte tirón hacia la sustentabilidad tan ansiada.
Combinando y conjugando los esfuerzos de los productores, de la sociedad civil, y de los consumidores y compradores a todo lo largo de la cadena, se hace más fácil lograr que la sustentabilidad sea la norma y no la excepción. Trabajando así se logra que los ecosistemas salvadoreños recuperen el esplendor que algún día tuvieron, y se sientan las bases para que la economía campesina y agropecuaria vuelva a crecer.