Reserva Lucius Pond Ordway-Devil’s Den

Katharine Ordway: Una conservacionista modesta con un impacto monumental

Katharine Ordway nació en las praderas de Minnesota en 1899. Fue testigo de la total desaparición de la pradera de pastos altos cerca de su hogar, en Saint Paul, hacia 1930: una pérdida que, posiblemente, supuso el primer trozo de leña que, a la larga, encendería su ardor por la conservación y toda una vida de filantropía superada solo por John D. Rockefeller Jr.

A Katharine se la conoce ampliamente como la mujer que salvó las praderas, ya que usó parte del patrimonio que heredó para proteger 12.500 hectáreas (31.000 acres) de praderas en las Grandes Llanuras y las 1600 hectáreas (4000 acres) del Prairie State Park en Misuri. Su trabajo en las Grandes Llanuras ayudó a que The Nature Conservancy adquiriera la Estación Biológica Konza Prairie, 3500 hectáreas (8616 acres) de pradera nativa de pastos altos en el noreste de Kansas.

En Connecticut, es famosa por su gigantesco papel en la conservación de la mayor reserva del condado de Fairfield, la reserva de TNC Lucius Pond Ordway-Devil’s Den, creada cuando compró 450 hectáreas (1100 acres) a la Bridgeport Hydraulic Company a mediados de los 60.

Parte del nombre de esta reserva de 700 hectáreas (1746 acres) es en honor al padre de Katharine, Lucius Pond Ordway. Tras su fallecimiento, en 1948, los cinco hijos de Lucius heredaron un patrimonio de 18,8 millones de dólares. La herencia permitió a Katharine, por entonces de más de 50 años y residente de Weston desde hacía mucho, invertir en la protección de la tierra y convertirse en una de las mayores aportantes privadas a la conservación de la naturaleza en la historia de los EE. UU. Además, 25 hectáreas (62 acres) de su antigua propiedad forman parte de la Reserva Katharine Ordway de TNC.

A lo largo de su vida, Katharine invirtió también en su formación. Como alumna, se graduó cum laude de la Universidad de Minnesota con títulos en botánica y arte y asistió a la Facultad de Medicina de Yale y a la Universidad de Columbia para estudiar biología y planeación del uso del suelo. Más adelante, sostuvo terrenos dedicados a la educación y la sostenibilidad.

Una persona modesta, la donación de Katharine que ayudó a TNC a comprar Konza Prairie se mantuvo anónima hasta después de su muerte, en 1979. Sus cenizas se esparcieron en su lugar favorito de la reserva durante octubre, cuando el follaje otoñal está en su máximo esplendor. En lo alto de una colina, los senderistas pueden observar una gran roca, rodeada por laurel de montaña, que contiene una placa en su memoria.