La selva del Amazonas está al borde del colapso y el sector financiero puede ayudar a conservarla
Por: Ian Thompson, director ejecutivo de TNC en Brasil y Marina Grossi, Presidenta CEBDS
La selva amazónica es la piedra de toque de la salud de nuestro planeta y los enfoques financieros innovadores pueden ayudar a protegerla a ella y a las comunidades a las que sostiene. ·
- La deforestación, el cambio climático y la rápida pérdida de biodiversidad en la selva del Amazonas podrían llevar al colapso de la salud de nuestro planeta.
- Los mecanismos financieros innovadores pueden jugar un papel clave en la conservación del Amazonas.
- El gobierno de Brasil puede ayudar a este esfuerzo comprometiéndose con políticas innovadoras que apoyen al sector financiero.
Brasil es uno de los países biológicamente más diversos del mundo. Es hogar de entre el 15 y el 20 por ciento de toda la biodiversidad del mundo y cada año se descubren unas 700 nuevas especies de animales en el país. Esta biodiversidad siempre creciente se la debe a la selva del Amazonas, un pilar de la salud de nuestro planeta que debe ser conservado.
Proteger la Amazonía y la biodiversidad que alberga no solamente dará sustento a una economía forestal que aporte medios de vida, sino que también empezará a sanar algunos de los peores impactos globales de la deforestación.
Si bien la urgencia de enfrentar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático en la Amazonía ya no está en duda —la deforestación estuvo en el centro de las recientes negociaciones en la COP26—, muchos líderes tienen problemas con la forma de enfrentar estos retos telúricos.
Este problema sólo puede ser enfrentado con soluciones innovadoras, incluyendo nuevas aproximaciones a las finanzas que involucren a los actores a lo largo de la cadena de valor.
El papel de las finanzas en la Selva Amazónica
El sector financiero tiene la capacidad de asegurar flujos de inversión que reforesten, restauren y recuperen ecosistemas. Al poner sobre la mesa su considerable influencia, el sector puede apoyar e impulsar prácticas regenerativas ya en marcha, como la agroforestería, la intensificación sustentable de la ganadería y la expansión de cosechas sobre pastizales degradados, además de canalizar inversiones hacia las compensaciones de carbono y biodiversidad.
Los retos, sin embargo, se mantienen. Uno de los más importantes de entre ellos es la necesidad de equilibrar el riesgo y la recompensa para los acreedores, especialmente en lo que toca a los tiempos de pago esperados.
Los retornos financieros en prácticas regenerativas a menudo toman años en materializarse, pero sin financiamiento adecuado inclusive los productores que están dispuestos a adoptar prácticas más sostenibles y resilientes al clima serán incapaces de cambiar sus modelos productivos.
Además, los pequeños productores, los pueblos indígenas y las comunidades locales de la selva del Amazonas necesitan atención especial y condiciones para que puedan proteger y restaurar sus tierras. Sin un apoyo adecuado los medios de vida y las tierras que habitan siguen estando en riesgo.
Los considerables rendimientos financieros que ofrecen las prácticas insostenibles en la actualidad son simplemente muy difíciles de superar.
Innovación en el sector privado
Pese a no haber medidas efectivas para detener la deforestación ilegal, algunos actores del sector financiero de Brasil actúan por su cuenta en este tema.
En 2020 Bradesco, Itaú y Santander —los tres mayores bancos privados del país— desarrollaron el Plan Amazonas, un compromiso de concentrarse en la conservación ambiental, la bioeconomía y las inversiones en infraestructura sostenible y en garantizar los derechos de las poblaciones locales que salvaguardan los ecosistemas forestales y que dependen de ellos. Este tipo de enfoque tiene el potencial para hacer que crezca una bioeconomía dinámica y llena de incentivos para mantener las selvas en pie y los ríos limpios y fluyendo libres.
Claramente los bancos por sí solos no pueden aportar el financiamiento necesario para proteger la Amazonía. Las ideas innovadoras de otros jugadores son igual de importantes.
Por ejemplo, el fondo de bioeconomía BIDLAB inyecta financiamiento a proyectos de economía regenerativa prometedores —pero aún no probados— por toda América Latina. Esto resuelve un problema de muchos que esperan proteger y conservar su tierra: el acceso al financiamiento. Abre acceso a fondos para organizaciones e individuos con un historial financiero limitado o no probado.
Por otra parte, el fondo privado de inversión en capital Kaeté, lanzado en 2011 con capital semilla del Banco de Desarrollo Brasileño (BNDES), invierte en empresas en el Amazonas capaces de generar crecimiento e ingreso para las poblaciones locales. La estrategia del fondo es invertir en negocios de talla mediana con potencial para crecer y dirigidos a los consumidores de bajos ingresos. El fondo también busca tener un impacto social y económico positivo en familias de bajos ingresos y en cooperativas ubicadas en comunidades con poco acceso a empleos y actividades empresariales, al tiempo que se promueve un uso más sustentable de los recursos naturales. Un ejemplo de ello es la inversión en empresas que producen proteína en el estado de Acre, generando un ingreso para las poblaciones locales.
Cuándo alcanzará la selva del Amazonas el punto de inflexión, dependiendo de cuánto aumenta la deforestación cada año, entre el 1 y el 5 por ciento.
¿Cómo puede ayudar Brasilia?
Si bien los proyectos como estos son un claro avance hacia una economía positiva para la naturaleza, hay todavía mucho que hacer y el sector privado no puede actuar solo.
El gobierno de Brasil debe implementar políticas ambiciosas para crear un entorno facilitador para que las empresas y las instituciones financieras actúen en torno a la naturaleza y fortalezcan los esfuerzos por reducir la deforestación.
Ahora es el momento para redirigir las inversiones hacia el medio ambiente y para financiar por completo los programas existentes para combatir la deforestación, un reto complejo que requiere de múltiples soluciones. Por suerte, en esta materia el gobierno brasileño tiene muchas opciones.
El Compromiso de los Líderes por la Naturaleza, firmado por 88 jefes de estado y la Unión Europea, compromete a los firmantes a actuar con miras a revertir la pérdida de naturaleza en esta década.
Bajo esta rúbrica el gobierno podría investigar mecanismos para hacer valer la ley, fortalecer la base científica de las políticas y asegurar que el desarrollo garantice medios de vida sustentables, respete los derechos de los pueblos indígenas y de las comunidades locales y desarrolle una bioeconomía que beneficie a la gente y a la naturaleza.
El sector público puede reforzar este papel reevaluando sus políticas de inversión para facilitar soluciones financieras privadas y mixtas que, combinadas, serán clave para la implementación de las soluciones a escala.
Con un financiamiento innovador y adecuado y con la voluntad del sector financiero para trabajar en forma colaborativa, los jugadores industriales pueden también tener incentivos para emprender prácticas restauradoras. Los precios de mercado podrían recompensar las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza y valorar las materias primas según sus impactos locales y globales.
La Amazonía brasileña aporta servicios ambientales a todo el mundo. El mundo, a su vez, deberá reconocer el valor sociocultural de la selva del Amazonas y la importancia de que Brasil esté equipada con las herramientas que necesita para proteger este ecosistema vital, vibrante e irremplazable.
Originalmente publicado en inglés por World Economic Forum