Una científica de TNC le enseña a su joven hija a inspeccionar rocas a la orilla del río.

Perspectivas

No podemos salvar al planeta sin las mujeres

Las mujeres han escalado cuesta arriba para contribuir con su ciencia. Necesitamos hacerlas más visibles.

Algún día no será necesario escribir este artículo. Algún día ya no habrá que resaltar proyectos específicamente porque los lideran mujeres. Algún día llegaremos al punto en el que no debamos preguntar cómo es ser mujer y trabajar sola en la naturaleza o ser la única mujer en una mesa directiva. Algún día tendremos mayor igualdad de género en la conservación. 

Para alcanzar ese día es importante que elevemos a las mujeres que están haciendo un maravilloso trabajo de conservación de forma que otras mujeres las vean y caigan en la cuenta: “Yo también puedo hacer eso”. 

NO HAY CONSERVACIÓN SIN MUJERES (2:00) Siendo la primera mujer en dirigir The Nature Conservancy (TNC), Jennifer Morris ha visto cuán frecuentemente las mujeres y la gente de color han estado ausentes de la toma de decisiones sobre conservación. La representación importa para las mujeres, para la conservación y para nuestro futuro.

The Nature Conservancy tiene ejemplo tras ejemplo de cómo las mujeres superan barreras para hacer lo que se requiere en nombre de la conservación (lo cual es  especialmente increíble dado que la pandemia global afecta desproporcionadamente a las mujeres):

  • La mujer que prácticamente vivió bajo el agua durante días para restaurar arrecifes de coral
  • La mujer que subió montañas tormentosas sola durante semanas para recoger agujas de pinos para hacer pruebas genéticas. (Enlace en inglés)
  • La mujer que construyó su propio equipo para restaurar los bosques en forma más eficiente. (Enlace en inglés)
  • Todas las mujeres que, durante un año entero ya, han trabajado desde oficinas improvisadas, a veces cuidando a sus familiares enfermos, dando clases a sus hijos y tratando de mantener cuerdos y sanos a sus seres queridos. 

TNC trabaja con firmeza por un futuro más igualitario que acoja y promueva a las mujeres y grupos menos representados. Como cualquier gran organización, quizá hayamos tropezado en el camino, pero estamos orgullosos de haber contratado a nuestra primera directora general, nuestra primera científica en jefe y en torno al 40 por ciento de nuestros directores y expertas temáticas que son mujeres. 

Reconocemos que a menudo cuando se resalta el género es típicamente para ayudar a impulsar metas de conservación específicas. Optamos por discutir sobre la ciencia de la conservación para resaltar a nuestras brillantes científicas y científicos sin importar su género. Con todo, estamos orgullosos de que muchos de nuestros científicos se identifican como mujeres y traen sus propias diversas y valiosas perspectivas al trabajo. 

La bióloga Sandy Ritchie sonríe mientras muestra una lubina rayada que capturó en el río Kennebec.
ABRIENDO CAMINOS EN MAINE Cuando Sandy Ritchie empezó como bióloga en el Departamento de Pesquerías Interiores y Vida Silvestre en los años ochenta era una de las dos mujeres que había ahí.
× La bióloga Sandy Ritchie sonríe mientras muestra una lubina rayada que capturó en el río Kennebec.
Dale Threatt-Taylor sostiene una caña de pescar en una mano y de su otra mano cuelga un pez capturado.
INNOVANDO EN CAROLINA DEL SUR Dale Threatt-Taylor es “igual de efectiva en botas o tacones” y no ve ninguna separación entre ser una mujer y ser una conservacionista.
× Dale Threatt-Taylor sostiene una caña de pescar en una mano y de su otra mano cuelga un pez capturado.
ABRIENDO CAMINOS EN MAINE Cuando Sandy Ritchie empezó como bióloga en el Departamento de Pesquerías Interiores y Vida Silvestre en los años ochenta era una de las dos mujeres que había ahí.
INNOVANDO EN CAROLINA DEL SUR Dale Threatt-Taylor es “igual de efectiva en botas o tacones” y no ve ninguna separación entre ser una mujer y ser una conservacionista.

Una cadena de mentorías de treinta años pone al alza generaciones de mujeres en la ciencia

“No tengo la sensación de que las mujeres jóvenes sean tan conscientes de su género en el trabajo como yo debía serlo hace treinta años”, dice Samantha Horn, Directora de Ciencia en Maine, “pero la transición desde la prohibición abierta de las mujeres en la ciencia, a los ritos de iniciación, a las mujeres vistas como excepciones, a ser aceptadas como algo normal tomó un siglo”. 

Horn es parte de lo que ella llama una cadena de mentorías, reconociendo la perseverancia de las mujeres que llegaron antes que ella y ayudando a impulsar a las mujeres que vendrán tras ella. Recuerda oír hablar del terrible trato que soportaron sus mentoras simplemente por ser mujeres en la ciencia, como que les dijeran a la cara: “Eres una mujer, no se te permite hacer este trabajo”. 

Samantha Horn se toma un retrato frente a un paisaje montañoso.
LA COSA MEJORA. Samantha Horn está lista para que tanto hombres como mujeres sientan que es completamente normal que una mujer se dedique a la ciencia, no que se trate de un nuevo reto o de que una científica sea algo inherentemente especial.

Una de sus mentoras, Sandy Ritchie, nunca tuvo una mentora. Cuando empezó como bióloga en el Departamento de Pesquerías Interiores y Vida Silvestre de Maine en los años ochenta era una de apenas dos mujeres. En sus 31 años de carrera ha aprendido a navegar las contrataciones basadas en género y las prácticas de ascenso (incluyendo rechazar un ascenso porque se enteró de que no se le otorgó por sus méritos sino por su género), comentarios y acciones de los biólogos hombres que ahora serían reconocidos como acoso sexual, y ha llegado hasta una posición de mando, pavimentando el camino para que lo sigan Horn y otras mujeres.

¿Demasiado peligroso para las mujeres?

Samantha Horn comparte las preguntas que ha enfrentado antes en su carrera científica.

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Horn está orgullosa de su mentora por lidiar con esos comentarios y tratos con fortaleza y con gracia y agradece que haya perseverado para la generación siguiente. Si bien se siente afortunada de no haber tenido que pasar por muchos de esos mismos retos, la suya no fue una travesía tranquila. Horn piensa que la siguiente etapa será que tanto hombres como mujeres sentirán que es completamente normal que una mujer sea científica, no que es un nuevo reto o que una mujer que es científica es especial. 

Horn, a su vez, es mentora de Molly Payne Wynne, la directora del Programa de Agua Dulce de TNC en Maine. Payne Wynne afirma que puede ser desafiante presentarse como eres en un cuarto lleno de hombres con nociones preconcebidas sobre las mujeres en la ciencia. “Las mujeres siguen estando en minoría en las reuniones sobre pesca, pero se está mejorando”, afirma. 

Molly Payne Wynne y su joven hija en pie entre varios árboles se toman un retrato cercano a sus rostros.
DE TAL PALO, TAL ASTILLA. Molly Payne Wynne quiere que su hija vea mujeres en posiciones científicas. “Quiero que sepa que puede ser todo lo que quiere ser”.

Payne Wynne cree que las mujeres jóvenes y las niñas deben ver a mujeres en posiciones científicas para que piensen: “Yo también puedo ser científica”. Quiere que su hija sepa que puede ser todo lo que quiere ser. “Presto atención a los libros y las películas que muestran a mujeres en empleos típicamente masculinos”, dice. “Quiero que sepa que ‘científico’ o ‘forestal’ incluyen a mujeres”.

Hace tiempo, cuando empezaba, Ritchie no tenía la meta de invadir una profesión dominada por hombres. Simplemente amaba el trabajo y siempre supo que era lo que quería hacer. Dicho eso, cree en el poder de contratar para la diversidad.  

“Creo que al principio algunos hombres estaban preocupados de si las mujeres podían hacer físicamente lo que tocaba”, explica. “Trabajar sola en áreas remotas, en condiciones climáticas adversas y manejando maquinaria pesada y el ocasional alce sin invitación, todo ello era parte del trabajo. Conforme se contrató a más mujeres mostramos que la fuerza física que quizá no teníamos la compensábamos con ingenio y perseverancia”. 

Quote

“Eres una mujer; no se te permite hacer este trabajo”.

Hoy en día Payne Wynne usa las redes sociales para conectar con una extensa red de apoyo de mujeres en la pesca por todo el mundo. En estos grupos en línea las mujeres pueden conseguir ayuda desde para navegar el acoso sexual en el lugar de trabajo hasta encontrar trajes de buceo y equipo de campo hecho para los cuerpos femeninos. 

“Pienso que las cosas son distintas para esta generación de científicas en comparación con las generaciones anteriores”, dice. “Estos grupos me ayudan a navegar y a apreciar lo que implica ser mujer en este trabajo”. 

Quote: Dale Threatt-Taylo

“Necesitamos más sillas en la mesa” para impulsar la conservación

Esta representación visible es especialmente importante para las mujeres indígenas y para las mujeres de color. La comunidad global en torno a la conservación ha estado históricamente dominada por hombres ricos, sobre todo blancos. TNC no ha escapado a esta caracterización, ni ha sido siempre un sitio acogedor para las mujeres. Aunque estamos aprendiendo y haciendo avances, no estamos ahí todavía: la mayor parte de las historias compartidas son sobre mujeres blancas en Estados Unidos. 

UNA LÍDER PARA SU COMUNIDAD (2:05) Habiba Tadicha fue la primera mujer elegida presidenta de una entidad para la conservación del Fideicomiso de las Praderas del Norte (Northern Rangelands Trust, NRT) y es ahora vicepresidenta del consejo de ancianos de NRT. “Fui la primera líder porque vi que las mujeres eran dejadas atrás”.

TNC sabe que no puede lograr éxitos en conservación sin una diversidad de mujeres de todo el mundo. No podemos proteger nuestras tierras y aguas más valiosas o frenar el cambio climático sin mujeres en posiciones de poder y afuera en el campo haciendo ciencia. 

Quote: DALE THREATT-TAYLOR

No siempre vamos a estar en esas sillas y necesitamos mujeres que se unan después de nosotras.

Directora estatal, TNC en Carolina del Sur

“Necesitamos más sillas en la mesa”, dice Dale Threatt-Taylor, directora estatal de The Nature Conservancy en Carolina del Sur y la primera directora estatal negra de TNC. “Va a ser una discusión mucho mejor con todas en la mesa”. 

Dale es una mujer negra con visibilidad en la conservación por gran parte de sus veinticinco años de carrera. Criada para ser independiente, dice con una gran sonrisa: “soy Dale todo el tiempo. ¡Puedo hacerlo todo!”

No hay separación entre el ser femenino de Dale y su ser conservacionista. Se considera a sí misma “igual de efectiva en botas o en tacones”, dos calzados que a veces necesitan espuelas para lograr cosas. 

Dale Threatt-Taylor sostiene un remo dentro de un kayak, en una orilla frente a un paisaje boscoso.
A VECES HACE FALTA TENER UNA PIEL DURA. "Siendo una mujer negra en el Sur, a veces requiero una piel dura para hacer el trabajo”, dice Dale Threatt-Taylor. “Pero sé que mis colegas reconocerán mi ética de trabajo, mis talentos y habilidades. Es algo muy bueno”.

Advirtiendo la tendencia de las mujeres a no solicitar empleos para los que no tienen o exceden cada calificación enlistada, quiere que las mujeres entiendan que no tienen que ser las mejores de las mejores o pensar que estarán expulsando a un hombre de su silla. 

“Animo a las profesionales jóvenes a que al menos estén en el cuarto en el que pasan las cosas”, dice, cantando las últimas palabras con un guiño al musical Hamilton. “Si la gente puede verme sentada en una silla, quizá también vean que hay sillas más grandes, pero no siempre vamos a estar en esas sillas y necesitamos mujeres que nos acompañen. Pueden ser mujeres y esposas y ayudar a la vida en este planeta”. 

Cómo el feminismo interseccional y la política pública unen fuerzas por la conservación

La perspectiva de una persona sobre la conservación y el desarrollo pueden variar enormemente dependiendo de los grupos sociales a los que pertenezcan (como el género o sexualidad, el ingreso, la capacidad física, la ubicación geográfica, la raza o la etnicidad). Nuestro trabajo en conservación requiere de este lente interseccional, según Sarah Gammage, directora de políticas públicas y relaciones gubernamentales de TNC en América Latina. Algo clave: las soluciones basadas en la naturaleza no deberían depender del tiempo ni del trabajo sin paga de ciertos grupos como las mujeres y los niños, ni beneficiar solamente a los terratenientes sin beneficiar también a la gente que trabaja esas tierras.

América Latina está urbanizándose rápidamente y ahora se parece más a Europa, haciendo que la mayor parte de la gente tenga un vínculo menos directo con la tierra. Esto puede implicar que los generadores de política pública estén también más desconectados de las perspectivas de quienes aún dependen directamente de esa tierra, por no mencionar a todos los que dependemos de que los sistemas planetarios funcionen para vivir. Asumir una perspectiva feminista en la política pública puede implicar mejorar nuestro futuro colectivo. “Necesitamos a todo el mundo pensando y aportando sus distintas perspectivas”, dice Gammage. “La diversidad enriquece nuestro trabajo”.  

INCLUYENDO A LAS MUJERES EN LA CONSERVACIÓN (4:57) Robyn James, asesora de género para TNC en Asia Pacífico, ayuda a las mujeres rurales a participar en la toma de decisiones de conservación que impactan su vida y a sus comunidades.

Gammage también es personalmente consciente de cómo los grupos sociales de una persona pueden influir su perspectiva sobre la conservación. Británica por nacimiento y viviendo ahora en Estados Unidos, Gammage ha vivido y trabajado en varios países latinoamericanos en una carrera que dura ya tres décadas. “Pienso sobre mí misma como una privilegiada del primer mundo, pero he vivido como migrante en otros países casi toda mi vida”, dice. 

Vivió en muchos lugares en los que no tenía derecho a votar o ni siquiera a expresar su opinión sobre política o políticas. “Me hace pensar profundamente sobre los migrantes menos privilegiados y sus derechos”, dice. Como parte de la Asociación Internacional de Economía Feminista, añade un análisis de género e interseccional a su trabajo de política pública. 

“Las mujeres pueden invertir en soluciones climáticas naturales, como la agricultura regenerativa, cuando son dueñas de la tierra y tienen los recursos financieros y cuando la responsabilidad de sostener el hogar es más equitativa”, dice Gammage. “El desarrollo será más incluyente y los resultados más justos cuando haya menos segregación por género en los empleos y sectores”. 

Aliados masculinos muestran que se espera la igualdad de género

El tiempo para actuar contra el cambio climático y por conservar las tierras y aguas de las que depende la vida es ahora. No podemos llegar ahí sin trabajar todos juntos y sin ponerlo todo y aportar perspectivas diversas a este monumental trabajo. Las mujeres son clave y sabemos que no podemos alcanzar los resultados que necesitamos sin gente de todos los géneros trabajando junta. Algún día, quizá pronto, las mujeres en los roles científicos serán un lugar común. 

Quote: Samantha Horn

Si no hago aquello en lo que soy buena, no habré hecho mi mayor contribución.

Directora de Ciencia, TNC en Maine

Los hombres juegan un papel crítico en la promoción de la visibilidad de las mujeres en la conservación. TNC ofrece capacitación como espectadores activos al personal que empodera a todos para hablar contra la injusticia. 

Tanto Horn como Payne Wynne, científicas con TNC en Maine, recuerdan tiempos en los que un comentario las tomó con la guardia baja y un colega hombre entró al quite. “La gente que puede decir algo en el momento, mientras yo estoy en shock, es casi más importante que quienes le dan seguimiento después”, dice Payne Wynne. 

Horn está de acuerdo. “Cuando los hombres alzan la voz en un cuarto con otros hombres queda claro que la mayoría de la gente en esa sala valora y respeta a las mujeres”, dice. “Eso puede cambiar un comentario inapropiado de ser una amenaza a ser una molestia, un incidente que no representa la cultura laboral”. Las mujeres saben que son respetadas por su trabajo como científicas y todos tienen la expectativa de la igualdad de género. 

Samantha Horn, directora de Ciencia para TNC en Maine, navega en kayak en el arroyo Hopkins en Maine.
HACER SU MEJOR CONTRIBUCIÓN “Si no hago aquello en lo que soy buena no habré hecho mi mejor contribución”, dice Samantha Horn.
× Samantha Horn, directora de Ciencia para TNC en Maine, navega en kayak en el arroyo Hopkins en Maine.
Sandy Ritchie, bióloga, sostiene en sus manos a un oso cachorro durante una visita al Programa para el Estudio de Osos del Departamento de Pesquerías Interiores y Vida Silvestre de Maine.
NO SOLO UNA CARRERA "Conforme se fue contratando a más mujeres, mostramos que lo que quizá nos faltaba de fuerza física lo compensamos con ingenio y perseverancia”, dice Sandy Ritchie
× Sandy Ritchie, bióloga, sostiene en sus manos a un oso cachorro durante una visita al Programa para el Estudio de Osos del Departamento de Pesquerías Interiores y Vida Silvestre de Maine.
HACER SU MEJOR CONTRIBUCIÓN “Si no hago aquello en lo que soy buena no habré hecho mi mejor contribución”, dice Samantha Horn.
NO SOLO UNA CARRERA "Conforme se fue contratando a más mujeres, mostramos que lo que quizá nos faltaba de fuerza física lo compensamos con ingenio y perseverancia”, dice Sandy Ritchie

La capacitación como espectadores activos beneficia a gente con múltiples identidades, como Threatt-Taylor. “Como mujer negra en el Sur a veces necesitas una piel dura para lograr cosas”, dice. “El granjero con el que estás trabajando quizá tenga una bandera confederada en su camioneta o alguien hará un comentario de mal gusto. Pero anima cuando la gente alza la voz en defensa de mi trabajo. Sé que mis colegas reconocen mi ética laboral, mis talentos y habilidades. Es algo muy bueno”. 

Este apoyo permite a las mujeres aportar sus perspectivas únicas y hacer otras contribuciones a nuestro importante trabajo. Este trabajo es una vocación, una pasión, un trabajo que no es solamente un cheque sino un propósito. “Si no hago lo que soy buena haciendo, no habré hecho mi mejor contribución”.