La ganadería y los bosques nativos coexisten en Chiapas, México.

Perspectivas

El crecimiento agrícola y la conservación del hábitat pueden coexistir

Por Ginya Truitt Nakata, Ex-Directora de Tierras, América Latina

Cómo compensar el crecimiento agrícola con la conservación del hábitat es uno de los principales desafíos que plantean los especialistas ambientales y que podría tener consecuencias en el corto plazo. Estudios indican que en apenas  tres décadas la producción de alimentos deberá duplicarse para satisfacer las necesidades de la población que crece año a año. Por lo que deberán generar tierras propicias para desarrollar la actividad, que inevitablemente provocará un mayor índice de deforestación en el mundo y especialmente en América Latina.

Según muestran los estudios realizados por TNC, la cantidad de carbono que puede ser absorbida desde la atmósfera disminuirá considerablemente a medida que los hábitats naturales sean destruidos. Pero por otra parte, de no hacerlo -se supone- traería serias consecuencias para el crecimiento de la producción agrícola a mediano plazo, indispensable para garantizar la seguridad alimenticia.

Ginya Truitt Nakata, Directora de la estrategia de Tierras para América Latina, recopiló información de estudios realizado por el científico Leandro Baumgarten y Alex Hernandéz en Chiapas y concluyó que el aumento masivo de la producción no solo puede coexistir con la determinación de preservar el hábitat, sino hasta beneficiarse.

Dos claros ejemplos:

  • En un área de producción láctea brasilera convirtieron 9.000 hectáreas de zona de pastoreo ganadero en sistemas silvopastoriles sustentables y restauraron otras 8.000 hectáreas a su estado natural. De esta manera la producción de leche aumentó de un 25 a un 40% en 2 a 3 años. A su vez, redujeron las emisiones de metano de los animales en alrededor de un tercio.
  • En Chiapas, México, en los últimos 50 años la enorme deforestación prolongó la estación seca de la región causando enormes pérdidas para los agricultores locales que encima quemaban más bosques para extender la tierra cultivada y producir algo más. TNC logró trabajar con ellos y demostrarles que al considerar la cuenca como un todo, equiparando las áreas de bosques y cultivos, mejoró considerablemente la productividad.
La soja se está apoderando del Cerrado brasileño, la sabana más diversa del mundo.
Entonces: ¿Qué beneficios trae conservar hábitats naturales y restaurar áreas dañadas?
  • Incremento en la producción de los campos.
  • Mayores ingresos para los productores.
  • Generación de empleo en las cadenas agrícolas de valor.
  • Posicionamiento estratégico ante la inseguridad alimenticia en las décadas venideras.

Ese es el valor de coexistir, de unir la protección ambiental y el desarrollo agrícola. Puede funcionar. Tiene que funcionar.

Un especial agradecimiento a Leandro Baumgarten y a Alejandro Hernandez de  The Nature Conservancy por su guía técnica en la preparación de este artículo.

Originalmente publicado en “Global Food for Thought” del Chicago Council on Global Affairs