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BRASIL Espírito Santo

Perspectivas

La Amazonía y la ambición climática

De aplicarse, la legislación ambiental de Brasil podría ayudar a promover sus objetivos climáticos y diversificar su desarrollo.

Por Ian Thompson, Director Ejecutivo, TNC Brazil

  • Las soluciones basadas en la naturaleza pueden ser una herramienta transformadora para la región amazónica. 
  • Brasil ha aprobado una legislación ambiental que, si se implementa, ofrece el marco necesario para mejorar su ambición climática y, al mismo tiempo, diversificar y aumentar las oportunidades de desarrollo. 

 La Amazonía brasileña ocupa 60 por ciento del territorio de Brasil y es hogar de 40 por ciento de los bosques tropicales del mundo. Puede almacenar más de 49 mil millones de toneladas de carbono y jugar un papel estratégico a la hora de lidiar con emergencias climáticas y en el desarrollo del país, pero Brasil ha mostrado poca ambición climática. Según la plataforma de certificación Moss Earth hoy Brasil certifica en torno a 5 millones de toneladas anuales, pero tiene el potencial para certificar 1500 millones —300 veces el número actual—. El precio cobrado en el mercado regulado europeo, que recientemente alcanzó los 41 dólares por tonelada, indica el potencial para comerciar decenas de miles de millones de dólares en créditos. 

Sin embargo, es imposible alcanzar ese potencial con tasas de deforestación e incendios como los registrados en 2020, cuando Brasil perdió en torno a 11 000 km2 de bosque en la Amazonía, un área equivalente a casi siete veces la ciudad de San Pablo. El compromiso brasileño asumido en la Convención Climática para ese periodo fue de unas 3 000 km2. La verdad es que la única vez en que Brasil estuvo cerca de honrar su compromiso fue en 2012, cuando la deforestación en la región registró su porcentaje más bajo, con 4,5 mil km2.

En la Cumbre de Ambición Climática de 2020 Brasil rebajó su objetivo para 2030 después de revisar su inventario de año base. Presentó la posibilidad de lograr la neutralidad climática en 2060, condicionando eso, sin embargo, a la transferencia de $10 000 millones de dólares anuales por parte de los países desarrollados para apoyar los esfuerzos de descarbonización. El punto es que, aunque el financiamiento internacional está previsto como una obligación bajo el Acuerdo de París, Brasil no ha presentado un plan claro ni robusto que mejore su ambición climática al tiempo que garantice la transparencia y gobernanza sobre cómo invertirá los fondos recibidos. Siendo el sexto mayor país que más emite gases de efecto invernadero en el mundo por la deforestación ilegal, especialmente en el Amazonas, el país no ha demostrado ni el compromiso ni la efectividad necesarios para eliminar la deforestación y generar el desarrollo esperado en la región. 

La Amazonía continua siendo una tierra de contradicciones que no ha encontrado el equilibrio necesario entre la generación de riqueza y la conservación ambiental y carente de soluciones concretas que conduzcan a un desarrollo incluyente y sostenible. La pandemia de COVID-19 agravó el complicado escenario de 2020 de mayores incendios y deforestación.

Ese intrincado paisaje tiene su origen en el modelo mismo de desarrollo amazónico, basado en una “economía extractiva”. Así, pasamos por el periodo colonial, que llevó las riquezas de la selva a Europa y por el desorganizado boom de la extracción del hule, que alimentó el nacimiento de la industria automotriz. Sobre todo entre 1968 y 1973 experimentamos el “milagro económico” que estableció las dinámicas económicas de los grandes proyectos mineros y de infraestructura junto con la ocupación territorial a través de las empresas madereras y agrícolas, lo que resultó en notables impactos sociales y ambientales. Inclusive hoy una gran parte del uso de la tierra está basado en la creencia de que cortar el bosque genera mayor valor y de que la Reserva Legal que mandata el Código Forestal es una barrera al pleno uso económico de las propiedades. 

cleared land with forest in the distance
DEFORESTACIÓN AMAZONICA Este paisaje en Sao Felix Do Xingu, un municipio de la Amazonía brasileña con una de las tasas de deforestación más altas del país, fue despejado para la ganadería.

En los años noventa y a inicios del siglo XXI ese escenario continuaba empeorando y exigía un modelo de sostenibilidad más extremo y restrictivo para el uso de los recursos naturales. Eso generó un mayor desequilibrio social y económico y no satisfizo las exigencias de desarrollo local. Estos factores han resultado en una gobernanza territorial y ambiental que es muy vulnerable a los cambios políticos y muy reticente a las innovaciones que permitirían prosperidad y progresos locales. Las soluciones basadas en la naturaleza podrían ser una herramienta para la transformación territorial, apreciando el potencial del ADN amazónico, manteniendo las selvas en pie, impulsando la bioeconomía y facilitando un mercado de carbono que anime la innovación y una economía más verde y socialmente incluyente. 

No se puede negar que, a pesar del negativo escenario de 2020, ha habido progresos, especialmente en las jurisdicciones estatales de la Amazonía, que han generado oportunidades de desarrollo en la región y han resultado en planes, programas y políticas que comprenden la urgencia climática que enfrenta el mundo. 

Si se implementara, la avanzada legislación ambiental de Brasil ofrecería un marco necesario para mejorar la ambición climática y, al mismo tiempo, diversificar y aumentar las oportunidades de desarrollo. El reto está en establecer una plataforma colaborativa para la acción que permita una transformación sistémica, tomando en cuenta las barreras y las necesidades sociales, económicas, ambientales y de desarrollo climático. Hay tres pilares básicos de este viaje: la transformación a través de la tecnología y la innovación, la apreciación de la ciencia y la capacitación técnica de calidad. 

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Las soluciones basadas en la naturaleza ofrecen una herramienta para la transformación de la región, auspiciando un mercado de carbono que fomente la innovación y una economía más ecológica y socialmente inclusiva.

Estos pilares y un financiamiento que incluya criterios y salvaguardas socioambientales, cumplimiento ambiental, titulación de tierras y fortalecimiento de acciones verticales y de imperativos legales generan las condiciones para una mayor ambición climática. También generan oportunidades de pago por la deforestación evitada y para la comercialización de los créditos de carbono generados. 

La Cumbre de Líderes sobre el Clima promovida por el gobierno de Estados Unidos en el Día de la Tierra ofrecerá a Brasil una nueva oportunidad para demostrar su compromiso de obtener resultados y presentar planes efectivos para la Amazonía que garanticen metas de reducción de emisiones más ambiciosas y que aporten al esfuerzo global para contener el escenario de emergencia climática. 



El artículo original se publicó en portugués en el diario financiero brasileño “Valor Econômico”

April 19, 2021
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