50 años protegiendo especies en peligro
En medio de la crisis de biodiversidad, la emblemática ley de protección alcanza un hito importante
Texto de Catherine Zuckerman | Ilustraciones de Teagan White
En 1963, un año después de la publicación Primavera silenciosa, de Rachel Carson, las poblaciones de águilas americanas en los 48 estados bajos de los EE. UU. alcanzaron un mínimo histórico. Los funcionarios contaron solo 417 parejas reproductivas, una impactante fracción de las 100.000 aves que se estima surcaban los cielos en el siglo XVIII, y una sombría confirmación de la advertencia de Carson contra el uso agrícola indiscriminado de químicos, como el pesticida DDT. Las cifras de otras especies también se estaban precipitándose. Un auge posguerra de la construcción, la tala y la agricultura contaminaba el aire y el agua de la nación y degradaba los hábitats de muchos animales, como el oso pardo, la grulla trompetera y el esturión de nariz corta.
En medio de una oleada de preocupación pública por la vida silvestre en peligro y el ambiente en general, el Gobierno federal comenzó a implementar una serie de medidas de conservación. En 1970, el congreso creó la Agencia de Protección Ambiental, que en 1972 prohibió la mayoría de los usos del DDT. Después, en 1973, el presidente Nixon firmó la Ley de Especies en Peligro, que ordenó medidas para proteger y restaurar las plantas o animales identificados como “amenazados” o “en peligro”. Al hacerlo, se estableció un marco para evitar un mayor deterioro de las especies y sus ecosistemas, e indicó al mundo que la acción directa podía marcar la diferencia.
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¿Por qué necesitamos proteger la biodiversidad?En los 50 años que han transcurrido desde la adopción de la ley, se han incorporado a la lista protegida más de 1000 especies de peces, mamíferos, insectos, aves, flores y otras, mientras que más de 50 se han recuperado gracias a esta protección, entre ellas algunas que The Nature Conservancy ayudó a restaurar. Una de ellas es el águila americana, que se quitó de la lista en 2007 tras la recuperación de su población. Ahora, se avistan águilas en casi todos los estados.
¿Quién sabe lo que deparan los próximos 50 años de la Ley de Especies en Peligro? Sin dudas, la ley se pondrá a prueba más que nunca antes, a medida que los efectos del cambio climático, junto con una crisis mundial de biodiversidad, suponen amenazas sin precedentes para las criaturas que estaba diseñada a proteger.
Caimán Americano
Alligator mississippiensis
Hay solo dos especies de caimanes en todo el mundo: el americano y el chino. El primero estuvo en la lista de especies en peligro bajo una legislación anterior, la Ley para la preservación de especies en peligro de 1966, después de que la caza lo llevara al borde de la extinción. Tras la protección impuesta por las limitaciones de la Ley de Especies en Peligro a los productos y la caza de caimanes –así como una mayor conservación de su hábitat–, las poblaciones se recuperaron.
Los caimanes americanos viven principalmente en zonas costeras del sudeste de los Estados Unidos. Dependen del agua dulce para vivir, aunque pueden tolerar el agua salada durante lapsos breves para buscar comida, detalla Eric Krueger, director de ciencia y administración de TNC en Carolina del Sur. “Tienden a estar en la costa exterior, una zona en que las mareas fomentan el crecimiento de humedales verdes donde pueden construir sus nidos y tomar sol”.
Como solo se permite una cantidad limitada de caza, la principal amenaza que enfrenta el caimán americano es la pérdida del hábitat, como consecuencia del desarrollo y de la presión que ejerce el cambio climático sobre las zonas con mareas de agua dulce. The Nature Conservancy ha estado involucrada en la protección de especies conservando humedales en todo el sudeste estadounidense. En la cuenca de Ashepoo, Combahee y Edisto, en Carolina del Sur, TNC ha protegido más de 33.600 hectáreas, contribuyendo así a la protección de un total de 125.000 hectáreas públicas y privadas en la región. Eliminado de la lista en 1987, y con una población actual estimada de 5 millones, el caimán americano sigue bajo supervisión por su gran parecido al cocodrilo americano, con cuya cobertura se solapa en el sur de Florida y que sigue siendo una especie en peligro.
Los caimanes americanos ayudan a equilibrar los ecosistemas manteniendo a raya la población de las especies que tienen debajo en la cadena alimentaria. Hoy en día, enfrentan una nueva y creciente amenaza: el conflicto con humanos. Si bien no suelen atacar a la gente, se ven atraídos a los estanques de aguas pluviales de las zonas desarrolladas. “No dejes comida ahí”, advierte Krueger. “Alimentarlos elimina su miedo natural”.
Ardilla voladora del norte de virginia
Glaucomys sabrinus fuscus
En lo alto de las montañas Allegheny de Virginia Occidental y Virginia, los movimientos nocturnos de las ardillas voladoras, unos animalitos de 30 cm de largo, indican que todo está bien en los Apalaches. Este mamífero nocturno depende de un hongo específico (parecido a una trufa), que es su alimento principal, y ese hongo depende a su vez de las raíces de abetos rojos sanos. “Es una red, no una relación lineal”, explica Mike Powell, director de gestión y administración del suelo para TNC en Virginia Occidental. La ardilla propaga el hongo mediante su excremento, ejemplificando así una relación simbiótica de un ecosistema saludable. Pero esto no siempre fue así. La tala de árboles en el siglo 19 destruyó decenas de miles de hectáreas de abetos rojos, reemplazando el otrora fresco y húmedo hábitat de las ardillas con una extensión bañada por el sol y propensa a las inundaciones y la erosión. “Lo describían como el bosque de abetos más grande que haya conocido la humanidad”, relata Powell, “pero en cuanto los taladores industriales lo descubrieron, desapareció rápidamente: se talaron casi todos los abetos existentes”. Para 1985, la ardilla generaba tanta preocupación que se sumó a la lista de especies en peligro, lo que inició una serie de proyectos y alianzas de conservación. Entre los colaboradores de TNC está la Central Appalachian Spruce Restoration Initiative. Además, The Nature Conservancy ha protegido también miles de hectáreas de estos bosques y, para garantizar que la minería no los altere, compró los derechos de minería de 23.000 hectáreas en Cheat Mountain, además de 1600 hectáreas de derechos en superficie en zonas de gran altitud. “En conjunto”, detalla Powell, “hemos plantado más de 2 millones de abetos rojos y árboles relacionados”. Eso equivale a unas 28.000 hectáreas en las que el abeto rojo vuelve a ser el follaje dominante. Quitada de la lista en 2013, la ardilla, al igual que tantas otras especies, se ve amenazada ahora por el cambio climático y necesitará un hábitat más resiliente que nunca para sobrevivir. Según Powell, estos bosques han superado varios puntos de tensión. “Estamos trabajando tan duro y tan rápido como podemos para restaurarlos”.
¿Nuevas incorporaciones?
Hay varios animales que actualmente se está considerando incluir en la lista de especies en peligro. Estos son tres candidatos posibles. Haz clic en las imágenes para conocer más.
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Acerca de los creadores
La ilustradora Taegan White es una artista con trabajos publicados en gran cantidad de libros y exposiciones y que suele centrarse en la pérdida de biodiversidad.
La escritora Catherine Zuckerman es redactora jefa de Long Story Short Media. Hace poco, escribió sobre los bosques de algas para la edición de verano de The Nature Conservancy.